¿Eres de las personas que idealiza a su pareja a tal grado que dejas de reconocer cuando hay una situación de abuso o maltrato emocional y además la justificas? ¿En tu relación nunca hay certidumbre acerca del estado de ánimo del otro? ¿Tú y tu pareja transitan constantemente entre momentos de placer y displacer? ¿Uno siempre está por encima del otro? Entonces es probable que hablemos de una relación conflictiva.
El conflicto es parte de la experiencia de la vida en pareja e incluso en ocasiones puede servir para reacomodar y reajustar las cosas entre sus integrantes; de hecho, el conflicto puede darle sabor a una relación, si se sabe llevar bien, perdonar y pasar la página.
Podemos considerar que el conflicto es sano cuando nos permite reconocer nuestros errores, expresar nuestras emociones sin miedo a ser juzgados, solicitar lo que necesitamos con sensatez, hacernos más responsables, empatar con las necesidades del otro, llegar a acuerdos justos e inclusive para ser más creativos y buscar nuevas maneras de complementarnos. En las relaciones con conflictos los problemas se tornan espacios de crecimiento y se solucionan a través de una comunicación asertiva.
Sin embargo, no es lo mismo hablar de una relación con conflictos que de una conflictiva. La diferencia entre una y otra radica en cómo sus integrantes hacen uso de su “poder personal” por encima del otro. En las relaciones con conflictos generalmente hay paridad y se llega a acuerdos justos para ambas partes, en la conflictivas el desequilibrio y el abuso de poder son una constante. Este abuso puede ser psicológico, emocional, físico o sexual y lo grave es que pueden generar adicción.
Algunos síntomas de las relaciones conflictivas son:
– Durante los primeros encuentros hay intensidad y las pasiones se desbordan.
– Existe una necesidad de control y posesión hacia la otra persona.
– Si hay celos se justifican como una forma de amor.
– Cuando pasa la etapa de la “luna de miel” se comienza a vivir en la incertidumbre, no se sabe bien hacia dónde va la relación, ni qué esperar del otro, se vive como en un sube y baja de emociones.
– La atracción sexual es muy alta y la empatía emocional baja.
– La manipulación y el chantaje son conductas típicas.
– Hay baja autoestima por ambas partes, tanto del que “cree” tener el poder como el que ocupa el rol de víctima.
– Existe burla hacia los logros y aciertos del otro y se busca minimizarlo.
– La pareja se cierra a tal grado que deja de convivir con su entorno familiar y de amistades, ya que no quiere ver y escuchar lo que los otros sí ven de la relación.
Si tú y tu pareja forman parte de una relación conflictiva, te invito a considerar la posibilidad de solicitar apoyo psicoterapéutico.
Para asesoría envía un correo a: aleprieto@emocioneser.com.mx